¿Qué nos cuentan las 88 constelaciones oficiales? Parte I: Su origen histórico
La astronomía de hoy tiene raíces muy antiguas. Si tratamos de descifrar sus orígenes, llegamos a hechos interesantes que, tal vez, podrían decirnos algo sobre la percepción del cosmos, por parte del ser humano, muchos siglos y milenios atrás.
Tomemos, por ejemplo, las Constelaciones en el Cielo Nocturno. Revisaremos en esta comunicación, la primera de una serie de cuatro, su origen histórico. En los tres siguientes consideraremos la temática de las constelaciones modernas, y algo de estadística, investigando los tamaños, el número de estrellas brillantes y otros parámetros, presentando así diferentes rankings y sus conclusiones.
Muchas constelaciones modernas del hemisferio norte y del cinturón ecuatorial datan de los antiguos babilonios y egipcios, más de 3 mil años atrás, pero sus nombres actuales y su significado mitológico, resumidos por Claudio Ptolomeo que vivió en el siglo II, se deben a los antiguos griegos. La mayoría de las constelaciones que usamos hoy vienen de esa época. Sin embargo, solo en el año 1928 la Unión Astronómica Internacional (UAI) decidió reagrupar oficialmente la esfera celeste en 88 constelaciones con límites precisos, tal que todo punto en el cielo quedara dentro de los límites de una figura determinada. Las fronteras entre constelaciones vecinas utilizan como guía las líneas de declinación y ascensión recta para la época 1875, y es por ello que no hay líneas diagonales, solo ortogonales entre si. Desde entonces, y debido a la precesión (el movimiento del eje de la Tierra con respecto a las estrellas de fondo), las coordenadas de esos límites se han desplazadas, pero la asignación de estrellas y de otros objetos celestes a cada signo se ha mantenido igual (salvo algunos cambios por movimiento propio). El trabajo de delimitación definitiva de las constelaciones fue llevado a cabo fundamentalmente por el astrónomo belga Eugène Joseph Delporte (1882 – 1955) y publicado por la UAI en 1930
En realidad, Claudio Ptolemeo (100 – 170) introdujo 47 de los 88 constelaciones usadas hasta el día de hoy (53%), todas basadas en la mitología griega. El próximo científico con mérito de "inventar" una constelación fue Tycho Brahe (1546 - 1601), astrónomo danés, considerado el más grande observador del cielo en el período anterior a la invención del telescopio, proponiendo Coma Berenices (Cabello de Berenice). Su contemporáneo, el teólogo, cartógrafo y astrónomo holandés Petrus Plancius (1552 - 1622), había colaborado con el cartógrafo Jacob Floris van Langren creando en el año 1589 un globo celeste de 32,5 cm diámetro. Utilizando la escasa información disponible sobre las características celestiales del hemisferio sur, Plancius presentó por primera vez las constelaciones Crux (la Cruz del Sur), Camelopardalis (la jirafa), Columba (la paloma), Monoceros (el unicornio) y ambas Nubes de Magallanes. Un poco más tarde, Johann Bayer (1572 – 1625), un astrónomo alemán, se hizo famoso por su atlas estelar Uranometría publicado en 1603 y que fuera el primer atlas en cubrir toda la esfera celeste. En este trabajo Bayer introdujo un total de 12 constelaciones modernas, completando considerablemente el conocimiento del hemisferio sur. Muchas de estas constelaciones hacían referencia a animales y temas descritos en los libros de historia natural y diarios de viaje de su época: Apus (el ave del Paraíso), Chamaeleon (el camaleón), Dorado (el pez espada), Grus (la grulla), Hydrus (la pequeña serpiente de agua); Indus, (el Indio americano); Musca (la mosca), Pavo (el pavo real), Tucana ( el tucán) y Volans (los peces voladores). Johannes Hevelius, (1611 -1687) fue un astrónomo polaco-lituano-alemán, que añadió un total de 7 nuevas constelaciones en ambos hemisferios. Finalmente, el abad y astrónomo francés Nicolas Louis de Lacaille (1713 – 1762) se dedicó a estudiar las estrellas y constelaciones del hemisferio austral actividad realizada en los viajes que hacía al Cabo de Buena Esperanza, en el extremo austral del continente africano. Así nombró a 14 nuevas constelaciones del hemisferio sur, principalmente aquellos que fueron "inventados" por los navegantes a vela de la época, que no hicieron mucho caso a mitología y tradiciones, sino a los instrumentos técnicos de su quehacer diario: el octante, el compás, la brújula, la regla y el telescopio entre otros. Todas estas constelaciones son poco llamativas, y solo astrónomos aficionados muy entusiastas los reconocerían en el cielo nocturno. Lacaille también dividió la antigua "Argo Navis" en tres constelaciones modernas: Carina (la quilla), Puppis (la popa) y Vela (la vela).
En la tabla adjunta hay una lista de las 88 constelaciones modernas: la sigla corta oficial de tres letras, su nombre en latín y su traducción. En esta serie se usará siempre la sigla corta como identificación. Sin embargo, no vamos a explicar en detalle el origen y sentido mitológico de cada una de las constelaciones. Hay muchos sitios en internet que se puede consultar para ello. Más bien, la meta de las comunicaciones venideras son un estudio estadístico y algunas conclusiones generales al respecto.