Winston Churchill (1874 – 1965), el más célebre Primer Ministro del Reino Unido, es
conocido en todo el mundo como el enérgico lider de los ingleses durante la Segunda
Guerra Mundial, como uno de los políticos más influyentes del siglo XX, como un
historiador clarividente y un orador de excepcional elocuencia. Menos conocido es su
talento literario, que lo hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura en 1953 por “su
maestría en la descripción histórica y biográfica, y su brillante oratoria, en la que
defiende exaltadamente los valores humanos”. Como si esto no fuera suficiente, este
virtuoso de la versatilidad tiene una faceta adicional. Una faceta que entre tantos otros
talentos ha permanecido oculta, incluso para sus más fervientes admiradores: su pasión
por la ciencia y tecnología; y, en particular, por la ciencia espacial.