Winston Churchill y la vida extraterrestre: una faceta sorprendente del ex-primer ministro británico (segunda parte)
En la primera parte habíamos reportado el pensamiento de Churchill sobre las posibilidades de vida en el Sistema Solar. Ahora seguimos con lo que escribió acerca de planetas extrasolares, y cuáles fueron sus conclusiones más generales.
El este contexto hay que recordar que el trabajo del astrónomo Edwin Hubble y otros había demostrado que el Universo era mucho más grande de lo que se pensaba anteriormente. No había sólo cientos de miles de millones de estrellas que pueblan la Vía Láctea, sino también un gran número de otras galaxias. ¿Pero existen también planetas, con presuntos hábitats para la vida? El ensayo de Churchill evalúa la probabilidad de que otras estrellas podrían albergar planetas. Razona que "el Sol es sólo una estrella en nuestra galaxia, que contiene varias millones de otras". En esta época la opinión dominante sobre la formación de planetas fue la teoría de Chamberlin-Moulton de 1905, elaborada más por el astrofísico James Jeans en 1917. Ellos postularon que sistemas planetarios son el resultado de la interacción estrecha entre dos estrellas, y asumieron que planetas se forman a partir del gas que arranca de una estrella cuando otra estrella pasa muy cerca de ella. Como estrellas rara vez se acercan uno con el otro, esta teoría implica que planetas serían extraordinariamente raros. Por eso, la mayoría de los científicos de la época creyeron que debería haber muy pocos lugares en el Universo aptos para una evolución biológica. La consecuencia sería que nuestro Sol podría ser de hecho excepcional y posiblemente único.
Ahora realmente brilla Churchill: Con el sano escepticismo de un científico, escribe: “Pero esta especulación depende de la hipótesis de que los planetas se formaron de esta manera. Tal vez no fue así. Sabemos que hay millones de sistemas de estrellas dobles, y si podrían ser formados, ¿por qué sistemas planetarios no?” Procedió a discutir de una manera sorprendentemente moderna que el número de planetas podría ser casi inconcebiblemente grande, y sugirió que la Tierra no es el único lugar donde podría existir vida inteligente.
De hecho, el concepto actual de la formación planetaria, el crecimiento paulatino de un planeta rocoso por la acumulación de muchos pequeños cuerpos — es muy diferente de las teorías mencionadas de Chamberlin-Moulton y Jeans. Churchill escribe: "Yo no soy suficientemente vanidoso para pensar que mi Sol es la única estrella con una familia de planetas." Así, concluye, que una fracción grande de los planetas extrasolares "será del tamaño adecuado para mantener agua líquida en su superficie y, posiblemente, una atmósfera de algún tipo”. Algunos estarán "a la distancia justa de su Sol para mantener una temperatura adecuada".
Todo esto fue décadas antes de los descubrimientos de miles de planetas extrasolares que comenzaron en la década de 1990, y muchos años antes de que el astrónomo Frank Drake presentó su argumento probabilístico para la rareza de las civilizaciones en el cosmos en 1961. Extrapolando los datos del observatorio espacial Kepler se calculó que la Vía Láctea probablemente contenga más de mil millones de planetas del tamaño de la Tierra en zonas habitables de estrellas que son del tamaño del Sol o menor. Reflexionando sobre las enormes distancias, Churchill llega a la conclusión de que tal vez nunca sabremos si aquellos planetas alberguen criaturas vivientes.
Churchill anticipa las grandes oportunidades para la exploración del Sistema Solar. "Un día, posiblemente incluso en un futuro no muy lejano, será posible viajar a la Luna, o incluso a Venus o Marte", escribe. Por otro lado considera que comunicaciones y viajes interestelares son intrínsecamente difíciles. Señala que la luz tomaría unos cinco años para viajar hasta la estrella más cercana, agregando que la galaxia espiral Andrómeda es más de varias cien mil veces más lejana que las estrellas más cercanas. “Con cientos de miles de galaxias, cada una que conteniendo miles de millones de soles, las probabilidades son enormes que debe ser inmenso el número de planetas cuyas circunstancias no haría vida imposible”. Así Churchill demuestra que él estaba familiarizado con las conclusiones del astrónomo Edwin Hubble en la última década de 1920 y a principios de 1930, que descubrió que hay muchas galaxias más allá de la Vía Láctea.
Tomando un giro más sombrío que refleja su época, Churchill añade: "No estoy tan inmensamente impresionado por el éxito que está teniendo en nuestra civilización aquí, y no estoy dispuesto a pensar que somos el único lugar en este inmenso universo que contiene vida inteligente, o que somos el tipo más elevado de desarrollo mental y físico que ha aparecido en la gran inmensidad de espacio y tiempo."
Casi 80 años después, la pregunta que había obsesionado a Churchill es uno de los temas más candentes de la investigación científica. La búsqueda signos de vida subterránea en Marte está en curso. Simulaciones del clima de Venus sugieren que una vez este planeta pudo haber sido habitable. Los astrónomos creen que, en pocas décadas, se podrá descubrir algunos indicadores biológicos de vida pasada o presente en las atmósferas de planetas extrasolares, o al menos ser capaces de determinar límites de su ocurrencia.
Además, Churchill vio sus beneficios, tanto en el corto como en el largo plazo, y promovió la investigación en la tecnología de radio y computación durante la Segunda Guerra Mundial. Se reunió regularmente con científicos como Bernard Lovell (1913 – 2012), el padre de la radio astronomía. Una consecuencia: cuando el conflicto terminó, la experiencia británica en radar estimuló el desarrollo de la radio astronomía, una disciplina que es un paso necesario a los SETI experimentos posteriores. Este célebre político no sólo presentó argumentos convincentes de qué alguien podría estar por ahí, pero fue visionario a fomentar la ciencia que finalmente hizo posible la búsqueda de estos seres.
El ensayo de Churchill es testimonio de cómo él vio los frutos de la ciencia y la tecnología como elemento esencial para el desarrollo de la sociedad. Sin embargo le preocupaba también que sin valores humanos los científicos pudieran operar en un vacío moral. "Necesitamos los científicos en el mundo pero no un mundo de científicos", dijo. La ciencia debería ser "el siervo y no el maestro del hombre", y estimó que deben existir políticas apropiadas que se basan en valores humanísticos. Como dijo en un discurso de 1949 a convocatoria del Instituto de Tecnología de Massachusetts: "Si, con todos los recursos de la ciencia moderna, nos encontramos incapaces de evitar la hambruna mundial, todos seremos culpables."
Churchill era un entusiasta y defensor de la ciencia, pero también contempló importantes preguntas científicas en el contexto de los valores humanos. Especialmente dado el panorama político de hoy, líderes electos deberían prestar atención al ejemplo de Churchill: designar asesores permanentes de la ciencia y hacer un buen uso de ellos.