Ana Frank y (5535) Annefrank

Hoy, hace 70 años, una adolescente judía alemana de 15 años, escondida en una casa trasera en Ámsterdam, Holanda, para evitar la persecución nazi durante la segunda guerra mundial, escribió esta nota en su diario personal, llevado en forma de cartas a una amiga imaginaria “Kitty”.

Jueves 15 de junio de 1944

Querida Kitty:

Es posible que sea la nostalgia del aire libre, después de estar privada de él por tanto tiempo, pero añoro más que nunca a la naturaleza. Recuerdo todavía muy bien que antes nunca me sentí tan fascinada por un cielo azul deslumbrante, por el canto de los pájaros, por el claro de luna, por las plantas y las flores.

Aquí, he cambiado. El día de Pentecostés, por ejemplo, cuando hacía tanto calor, permanecí despierta hasta las once y media, para mirar completamente sola, por una vez, la luna a través de la ventana abierta. ¡Ay! Este sacrificio no sirvió de nada, pues la luna brillaba con luz demasiado fuerte para que yo me arriesgase a abrir la ventana. En otra ocasión -hace varios meses de eso- había subido por casualidad al cuarto de los Van Daan una noche en que su ventana estaba abierta. No los dejé antes de que la cerraran. Noche sombría y lluviosa, tormenta y nubes fugitivas. Por primera vez, desde hacía un año, frente a frente con la noche, me hallaba bajo el imperio de su hechizo. Después de eso, mi deseo de revivir un momento semejante sobrepasaba a mi miedo a los ladrones, a las ratas y a la oscuridad. Una vez bajé completamente sola para mirar por la ventana de la oficina privada y por la de la cocina. Muchas personas encuentran bella a la naturaleza; muchos pasan la noche en el campo, quienes están en cárceles y hospitales, aguardan el día en que podrán gozar de nuevo del aire libre, pero hay pocos que están como nosotros; encontrados y aislados con su nostalgia de lo que es accesible tanto a pobres como a ricos.

Mirar el cielo, las nubes, la luna y las estrellas me apaciguan y me restituye la esperanza; no se trata, en verdad, de imaginación. Es un remedio mucho mejor que la valeriana y el bromuro. La naturaleza me hace humilde y me preparo a soportar todos los golpes con valor. Excepto raras ocasiones, me ha tocado la desdicha de mirar a través de vidrios sucios y visillos cargados de polvo. Mi gozo se desvanece, pues la naturaleza es la única cosa que no tolera ser deformada.

Tuya, ANA

Palabras impresionantes, sin duda: imagínense una joven, tratando a contemplar el cielo nocturno, pero sin atreverse a abrir la ventana, porque cualquier ruido, cualquier mínimo movimiento podría delatar la presencia de las personas escondidas. Igual, la joven desea conectarse con el mundo exterior, hasta con la Luna, las estrellas y el Universo. La naturaleza crea esperanzas nuevas, ánimo, para suportar su situación de tensión extrema, que había ya durado más de dos años hasta este punto.

Falta resumir el desenlace conocido y bastante triste:

Annelies Marie Frank nació en Fráncfort (Alemania), el 12 de junio de 1929 en una familia de judíos alemanes. Junto con su familia, tuvo que mudarse a la ciudad de Ámsterdam, huyendo de los nazis. Allí sus padres le regalaron un diario al cumplir los trece años. Muy poco después, su familia tuvo que ocultarse en un escondrijo, la Achterhuis o "Anexo de Atrás", como lo llamó en su diario, situado en un viejo edificio en el Prinsengracht, un canal en el lado occidental de Ámsterdam, y cuya puerta estaba escondida tras una estantería. Allí vivieron durante la ocupación alemana, desde el 9 de julio de 1942.

En el escondite había ocho personas: sus padres, Otto y Edith Frank; ella y su hermana mayor Margot; Fritz Pfeffer, un dentista judío y otra famila, formada por Hermann y Auguste van Daan y el hijo de ambos, Peter. Durante aquellos años, Ana escribió su diario, en el que describía su miedo a vivir escondida durante años, sus nacientes sentimientos por Peter, los conflictos con sus padres, y su vocación de escritora.

Después de más de dos años, un informador holandés guio a la Gestapo a su escondite. Todos sus ocupantes fueron arrestados el 4 de agosto de 1944 y traslados a diferentes campos de concentración. Mientras tanto Miep Gies, una de las personas que los protegieron mientras estuvieron escondidos, encontró y guardó el diario y otros papeles de Ana.

Ana (y su hermana Margot) pasaron un mes en Auschwitz II-Birkenau y luego fueron enviadas a Bergen-Belsen, donde murieron de tifus en marzo de 1945, poco antes de la liberación. De las ocho personas ocupantes del escondite, sólo el padre de Ana logró salir del Holocausto con vida. Miep Gies le dio el diario, que editaría con el fin de publicarlo con el título Diario de Ana Frank, que posteriormente ha sido muy famoso, impreso en 70 idiomas.

El asteroide (5535), miembro de la familia denominada Augusta, descubierto en el año 1943 por el astrónomo alemán Karl Reinmuth, fue nombrado en 1995 en honor a Ana Frank. En 2002, la sonda espacial Stardust pasó a una distancia de 3079 kilómetros de su superficie, fotografiándolo y descubriendo que su tamaño es de 6,6 x 5,4 x 3,4 kilómetros. La sonda mostró que era muy irregular y estaba cubierto de cráteres. Otro asteroide (99949) Miepgies fue nombrado en honor a Miep Gies (1909 – 2010) que conservó algunas de las pertenencias de la familia, entre las que destacaba el diario de vida de Ana Frank.