Ambientes extremos en el Sistema Solar
Verano 2011 en Santiago, 33 grados: ¡qué calor! La gente se queja. ¿Condiciones extremas? En realidad no, si consideramos otros lugares dentro del Sistema Solar. A continuación diez ejemplos:
El desierto más caliente se encuentra en el planeta Venus: 460° Celsius, la temperatura máxima en la superficie sólida de planeta alguno, suficiente para derretir plomo. Sólo en el Sol mismo y en el interior profundo de los planetas hay temperaturas más altas.
El ciclón más longevo es la Gran Mancha Roja en la atmósfera de Júpiter, observado por los astrónomos desde el siglo XVII, desde hace más de 350 años. Es más grande que nuestra Tierra entera.
El cerro más alto es el Monte Olimpo, un volcán gigantesco en Marte. Su cumbre se eleva 27 km por sobre el nivel promedio de la superficie marciana, (en comparación al Mount Everest, de menos de 9 km por sobre el nivel del mar terrestre). Su base tiene un diámetro de 600 km, la distancia entre Santiago y Temuco. Su última erupción data de unos 2 millones de años atrás.
La luna menos redonda es Hiperión, un satélite de Saturno, que es uno de los cuerpos más grandes del sistema solar con forma irregular (diámetro promedio 290 km). El mayor cráter de impacto tiene aproximadamente 120 km de diámetro y 10 km de profundidad. Una posible explicación de su forma irregular es que Hiperión podría ser un fragmento de un satélite previo más grande que fue parcialmente destruido por una colisión hace ya mucho tiempo.
El relámpago más fuerte: Las tormentas eléctricas en la Tierra se pueden detectar a grandes distancias por su crujido en ondas radio. Con el mismo método los astrónomos localizaron relámpagos en otros planetas. Saturno mostró el relámpago más fuerte, un millón de veces más intenso que en la Tierra.
Los vientos más veloces: Neptuno es el planeta gaseoso más lejano al Sol, la radicación solar débil que llega a Neptuno no puede explicar la actividad atmosférica. Esta se debe al calor interno del planeta. En su atmósfera se midieron ráfagas de viento de hasta 2160 km/h, un récord en todo el Sistema Solar.
El olor más asqueroso: La luna Ío de Júpiter es extrema en dos aspectos: el campo gravitacional fuerte de Júpiter la amasa en forma permanente, haciendo de Ío el cuerpo con más actividad volcánica en todo el Sistema Solar. Además, sus volcanes escupen azufre puro, y en la atmósfera de Ío se encontró ácido sulfhídrico, el gas con su persistente olor a huevos podridos.
El volcán más frio expulsa, en vez de lava, una papilla de metano, amoniaco y hielo de agua, pero claramente tiene la forma de un volcán: Ganesa Macula, en la luna más grande de Saturno, Titán. Su temperatura es de 180° Celsius bajo cero, y su esputo gélido no puede llegar a ser mucho más cálido que eso. Todavía más frio podrían ser los crio géiseres en Tritón, la luna de Neptuno.
El océano más profundo: Europa, la luna de Júpiter, podría albergar un océano extremadamente profundo. Se sabe que su superficie está recubierta por una capa de hielo de agua, con un grosor de varios kilómetros; grietas transversales indican que el hielo está flotando encima de un líquido. Por otro lado, el núcleo sólido de Europa es caliente, debido a la energía de elementos radioactivos. Según estimaciones, bajo del hielo superficial debería existir un océano con agua salada de una profundidad de 100 km. Este lugar también es un candidato para albergar vida primitiva: hay agua líquida, calor constante, protección por un campo magnético y contacto con un núcleo rocoso, importante para los pasos de la síntesis química necesaria para el origen de vida.
El granizo más duro: El planeta Urano tiene un núcleo sólido, tapado por una capa líquida que consiste de agua, amónico y metano. Allí existe una presión tan alta que el metano podría disociarse en sus ingredientes carbón e hidrógeno, y el carbón podría adquirir su forma cristalina de presión alta: diamantes. Así, se crearán granizos de diamantes.
Cada uno de los planetas grandes y algunos de sus satélites naturales tuvo un récord (despreciando el más pequeño Mercurio). ¿Y la Tierra? En realidad, la Tierra es única en muchos aspectos, que se puede resumir en dos palabras: El Mar y la Luna. La Tierra es el único planeta con agua líquida superficial, en realidad con mucha agua, cubriendo unos 71% de su superficie. Su estado como planeta acuático fue esencial para el desarrollo de la vida. También es un planeta con una característica geológica muy particular: la tectónica de placas, que no se encuentra en ningún otro planeta del Sistema Solar. Pero tal vez aún más llamativa es la presencia de la Luna, su satélite natural que es el más masivo en relación a su propia masa: La masa de la Tierra supera a la masa lunar solo por un factor 81, mientras en los otros planetas este factor es 4227 (Saturno/Titán), 4771 (Neptuno/Tritón), 12820 (Júpiter/Ganimedes), 24619 (Urano/Titania) y 60 millones (Marte/Fobos). Por eso, se podría considerar a la Tierra como "planeta binario" con una Luna de real importancia mientras los otros planetas solo disponen de satélites insignificantes. Se sabe que la Luna juega un papel muy importante en la historia geológica de la Tierra, porque estabiliza la inclinación de su eje de rotación, causando así un ambiente muy constante y favorable para la evolución biológica.