Impactos cósmicos: ¿Un peligro para la humanidad?

Tal vez así se pudo ver el impacto cósmico de Tunguska (representación artística)

¿Cuál fue el evento cósmico más violento que vivió la humanidad desde hace milenios? Ocurrió el 30 de junio de 1908 en Rusia en un lugar remoto de Siberia llamado “Tunguska”. Una explosión en la atmósfera alta creó una onda de choque y de calor que destruyó bosques por más de 2000 kilómetros cuadrados en una región poco poblada. Hubo grandes daños en la naturaleza, pero muy pocas víctimas humanas.

Aparentemente, un asteroide entró en la atmósfera terrestre y se desintegró a una altitud de 5 a 10 kilómetros sin haber golpeado la superficie de la Tierra. El tamaño del intruso fue estimado entre 50 y 190 metros, liberando una energía mil veces mayor que la bomba atómica de Hiroshima. Tunguska es el mayor evento de impacto cósmico en la Tierra, registrado en la historia de los últimos 6000 años, aunque se han producido impactos mucho mayores en tiempos prehistóricos.

Una explosión de esta magnitud sería capaz de destruir una gran área metropolitana, causando millones de muertos y daños incalculables. Con la zona de Tunguska más poblada, el impacto hubiera sido una de las noticias más difundidas del siglo XX. Nuestra civilización tuvo mucha suerte en el año 1908. ¿Cuáles son las perspectivas en el futuro? ¿Podría pasar de nuevo?

Se estima que existen unos dos millones de asteroides con un diámetro mayor de un kilómetro, pero juntos suman solo 4% de la masa de nuestra Luna. La gran mayoría de ellos se encuentran en el “cinturón principal de asteroides” entre Marte y Júpiter, siempre lejos de la Tierra. Sin embargo, hay unos 25 mil ejemplares que podrían cruzar ocasionalmente la órbita de la Tierra siendo, entonces, un peligro potencial.

Para más de 14 mil de ellos se determinó su órbita precisa; estos cálculos aseguran que ningún asteroide conocido chocará con la Tierra en los próximos ~ 40 años. El énfasis es en la palabra “conocido”, porque hoy en día, durante búsquedas sistemáticas, encontramos casi siempre solo asteroides nuevos con diámetros menores de un kilómetro. La mayoría de los ejemplares grandes ya los conocemos muy bien. Por supuesto, hay millones más pequeños, como el intruso de Tunguska, y se debe hacer un esfuerzo para completar el registro de ellos.

Hay un consuelo: Lo que les pasó a los dinosaurios hace 65 millones de años, no nos pasará en las próximas décadas venideras, porque fue un cuerpo de unos 15 kilómetros que causó la extinción masiva de entonces, y ahora estamos monitoreando las órbitas de todos los asteroides de este tamaño. Ninguno de ellos está tomando rumbo a un choque con la Tierra. Por otro lado: Un pequeño cuerpo desconocido de un tamaño menor de 1 km podría impactar en cualquier momento y en cualquier sitio, con consecuencias fatales para los desafortunados que se encuentran a deshora en el lugar afectado. En todo caso, no causará el fin de la civilización humana ni una extinción masiva de seres vivos. Y finalmente, para cualquier persona, la probabilidad de morir por un accidente de carretera o de avión es varios miles de veces mayor que una muerte por un impacto cósmico. ¿No es esto otro consuelo?

Probablemente se formó un “hongo nuclear”, como en el lanzamiento de una bomba atómica (representación artística).  Un mapa que muestra la ubicación del impacto en Tunguska. Árboles calcinados y caídos durante el evento de Tunguska (fotografía de la expedición de Kulik, 1927) Una fotografía reciente de la zona de Tunguska. Incluso hoy en día se aprecian los efectos producidos hace más de 100 años: El bosque joven avanza sobre los troncos muertos.